Lunes 12 de marzo 2012
- ¡Vivan las cumbres virtuales!
Novedosa o no, la idea es excelente, por razones
que van mucho más allá del ahorro de tiempo y dinero.
Los
presidentes de México, Colombia, Perú y Chile hicieron algo muy inteligente
días atrás, que podría ahorrarle a Latinoamérica muchísimo tiempo, dinero e
insufribles discursos en el futuro: celebraron la primera cumbre virtual de la
región.
Los
cuatro líderes, que se disponen a lanzar un bloque de libre comercio en junio,
el cual será conocido como la Alianza del Pacífico, hablaron a puertas cerradas
por teleconferencia durante una hora, el 5 de marzo. Cada uno de ellos estaba
sentado ante una mesa semicircular, flanqueados por sus respectivos ministros
de Relaciones Exteriores y Economía, frente a televisores de alta definición en
los que podían ver a sus contrapartes en escenarios similares.
El
presidente colombiano, Juan Manuel Santos, dijo más tarde que había sido una
reunión “histórica”, porque “no tenemos conocimiento de que se haya realizado
en el mundo una cumbre presidencial virtual”.
Cuando
pregunté al respecto, un funcionario de la Casa Blanca me dijo que el
presidente Barack Obama ha tenido reuniones bilaterales vía teleconferencia con
los líderes de Gran Bretaña, Afganistán y otros países, pero que no ha
participado en ninguna cumbre virtual con varios integrantes.
Novedosa
o no, la idea es excelente, por razones que van mucho más allá del ahorro de
tiempo y dinero.
Latinoamérica
tiene tantas cumbres presidenciales que no sería extraño que ostente el récord
mundial en la materia. Y, por lo que he visto, cubriendo docenas de estas
cumbres en las últimas tres décadas, casi todas esas reuniones son una
seguidilla de discursos emotivos, llenos de fervor patriótico, pero que rara
vez producen resultados concretos.
Hay más
de una docena de cumbres latinoamericanas económicas al año, varias políticas,
sin contar las latinoamericanas con Estados Unidos, las que se hacen con países
europeos, con naciones asiáticas, y las reuniones bilaterales.
Casi todas ellas son costosos ejercicios de turismo político, en la que los
presidentes llevan enormes séquitos de funcionarios y periodistas en sus
aviones presidenciales, y hacen sus discursos para el consumo doméstico. De
hecho, al igual que en las Naciones Unidas, en estas cumbres los presidentes no
hablan entre sí, sino con sus audiencias en sus respectivos países.
¿Recuerdan
cuando el presidente venezolano, Hugo Chávez, estrechó la mano del presidente
Obama en la Cumbre de las Américas del 2009, y le entregó un libro que culpaba
a Estados Unidos de todos los problemas históricos de Latinoamérica? ¿O de
cuando el expresidente colombiano, Álvaro Uribe, señalaba a Chávez con el dedo
índice en las cumbres, acusándolo de estar armando a la guerrilla colombiana?
Estos y
otros gestos grandiosos en las cumbres ayudan a los presidentes a subir en las
encuestas, pero muchas veces no sirven para más que eso.
Recientemente,
le pregunté al expresidente peruano Alan García, quien dejó el cargo el año
pasado, y que asistió a la mayoría de estas reuniones, si todas ellas sirven
para algo. García se rió, y meneó negativamente la cabeza.
“Cada
presidente va con su discurso hecho”, me dijo García. “Es un diálogo de
sordos”.
García señaló
que “normalmente, se llevan sus canales de televisión de su propio país. Sus
delegaciones parecen caravanas de camellos en el desierto”, agregando que él
solía viajar en aviones de línea, con una delegación muy pequeña.
(Mientras
él hablaba, no pude evitar recordar que una de las primeras cosas que hizo
Chávez al asumir el poder fue comprarse un nuevo avión presidencial Airbus A
319CJ, de 78 millones de dólares, y los presidentes Rafael Correa (Ecuador) y
Evo Morales (Bolivia) siguieron sus pasos, adquiriendo costosos jets
presidenciales apenas iniciando sus administraciones).
“Van con
su discurso aprendido, a leerlo, y a echarle la culpa a alguien de sus
problemas –casi siempre al Tío Sam, o si no al ‘horroroso’ sistema financiero
internacional–, en vez de hacer su tarea”, continuó diciendo García. “Y su
labor no es buscar reelecciones, ni aceptaciones momentáneas en las encuestas,
sino dejar obras a favor del pueblo”.
Cuando le
pregunté cómo hacer para que estas cumbres sean más productivas, me respondió
que habría que realizarlas “dos días por año” en el mismo sitio, juntando todas
las cumbres subregionales y de las temáticas específicas, en el mismo lugar y
en la misma ocasión.
Los
presidentes de México, Colombia, Perú y Chile, quienes se disponen a lanzar un
bloque de libre comercio Alianza del Pacífico, hablaron a puerta cerrada por
teleconferencia durante una hora.
ANDRES OPPENHEIMER
Periodista - Columnista de The Miami Herald y El Nuevo Herald